El martes, me dio uno de mis ataques de colitis que, ya tenía mucho que no me daban. Fin de semestre: muchas tareas, trabajos, exámenes finales, análisis de pruebas y, para variar, ensayos para la presentación de principios de diciembre, pero creo saber la causa principal de lo que desencadenó ese horrible dolor que, ni a la persona que más gorda me caiga en este mundo mundial, le deseo. ¡Maldito sea mi sistema simpático y su fuga de escape! Uno no se puede alterar ni estresar tantito, porque ya está jodiendo con dolores que me revuelcan en la cama.
Después de sacar toda mi frustración (tenía que hacerlo, gracias), algo sumamente inesperado sucedió el miércoles (ayer) después de mi súper examen de Psicofisiología Sistémica; algo que no fue nada agradable y que solamente sirvió para amargar mis pensamientos por el resto del día. ¡Gracias, neta gracias por tener tantito tacto conmigo!
¿Desilusión? Nah, esa etapa la pasé desde hace dos meses atrás. Es cruel cuando estás luchando contra tus demonios y pensamientos internos y de pronto, llega alguien (sí, ese alguien que todos tenemos) y te derrumba muchas cosas al instante. ¿Se dan cuenta lo penetrantes que son las palabras? Si tan solo, la gente se tomara unos cuantos instantes para pensar antes de hablar, muchas cosas serían diferentes.
Después de una larga discusión con él, y repasando cada una de sus palabras, lo que más me dolió fue que mencionara una vez más a ella, sabiendo él, que hice más de lo que nunca he hecho por nadie. ¡Nada le parece! Y si sigue encerrándose en su eterna burbuja de ideas odio-rencorosas del pasado, jamás de los jamases saldrá librado de esta vida.
¿Karma? ¿Por qué menciona el karma, si se supone que él siempre fue una blanca palomita? Tiene razón, ya no me debería de importar un cacahuate su vida. Menos su vida pasada.
Después de una ardua plática con distintas amigas de la Facultad, me di cuenta que tenía que recordar y ver bien las cosas que, en su debido momento, no las vi. Pues bien, ahí va Luna a meterse a su computadora, y a abrir conversaciones que tenía guardadas desde hace tiempo atrás. ¡Bendita carpeta temp_files de MSN! ¿Sí se puede decir bendita? Juro que ría como estúpida de toda la bola de idioteces que decíamos, cuando nos empezábamos a conocer; leía esas pláticas hasta las tres de la mañana donde me decía que nunca había confiado en alguien tan rápido como lo había hecho conmigo, donde me decía que estaba cansado de su vida, de sus pensamientos, de su historia pasada. Hasta que llegué ahí, a un 5 de junio de este año, donde todo cambió por completo, donde me di cuenta de cosas que no vi por el amor que le tenía, donde empecé a llorar cuando leí "cree en mi... ¿estás conmigo? necesito que estés conmigo hoy más que nunca... ¡uno contra el mundo!... Nunca te vayas de mi vida...". Es de esas palabras que se las lleva el viento, de esas palabras que piensas ¿por qué lo dicen y después te voltean la jugada completamente? ¿Por qué yo? ¿Por qué, si todo lo hice con amor? ¿Por qué, si lo único que quería era su bien? Que encontrara una salida, un escape... Que se diera cuenta que la vida no es tan mala como parece... Le di luz sin que él me lo pidiera con palabras, pero lo pedía a gritos no verbales. ¿Por qué? ¿Por qué las palabras "nunca" y "jamás" duelen tanto, cuando te das cuenta que esos momentos divertidos, "nunca jamás" volverán?
¿Por qué tratar mal, a una persona que siempre trató de hacer el bien por ti? Son de esas cosas que se contestan con el tiempo, pero en estos momentos, el tiempo solo me ha servido para darme cuenta que lo único que utilizó durante nuestra relación, fue una máscara, una máscara que tarde que temprano se la tendría que quitar... Y ahí vamos de nuevo, ¿por qué?
"El que no arriesga, no gana". Se lo dije... me lo dije a mi misma. Después de saber todos sus pedos mentales, después de saber sus pedos pasados, después de saber gran parte de su vida, después de todo eso y darme cuenta que no era una persona con la que te pudieras relacionar y entender fácilmente, aún así y sobre todas las cosas, acepté estar con él. ¿Es lo que pasa por "hacer el bien? O, ¿es lo que pasa por no abrir bien los ojos a tiempo?
Ahora, solo queda esperar y dejar que el tiempo decida qué pasará después, sin dejar que pase en vano. Claro está.
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